sábado, 3 de febrero de 2018

Mezcla de religión, moda, tamboriles, cante y baile flamencos





 
La Romería del Rocío ya desconcierta a bastantes personas por la confusión del elemento religioso principal, la devoción honda a la Virgen del Rocío, con otros muchos componentes del ser de Andalucía (trajes de corto y de faraales, cante y baile de sevillanas, paisajes varios y marismeños, gastronomía andaluza con tapas de todo tipo, vinos de la tierra, tipismo único de las viviendas, acogida en el trato, participación en grupos de amigos…., hasta el punto de constituir una fiesta total, con exponentes exuberantes de todos los elementos de los pueblos y las personas que participan en este inigualable fenómeno auténticamente popular.

Aún más desconcierto puede producir un pase de moda con modelos de trajes de corto masculinos y vestidos de sevillana femeninos, organizado por una de las alrededor de 120 Hermandades del Rocío, la de Emigrantes radicada en Huelva. Un espectáculo de más de una hora de duración, que merece una sencilla reflexión.


Mezcla de elementos
Lo que más sorprende en este complejo acto es la mezcla de elementos muy diversos, bien ensamblados para realzar el principal punto de unión de todos ellos, el desfile de la moda andaluza.

Abrió el acto la entrada solemne del grupo de tamboriles de la Hermandad de Emigrantes del Rocío, en el que participa un grupo amplio de personas, tanto de edad ya avanzada como niños que difícilmente sostienen el tamboril en los brazos. Bien conjuntados, además de los sones alegres en el desfile de entrada al salón, ya en el escenario, interpretaron con acierto el Olé, olé, olé, al Rocío yo quiero volver, la Salve rociera más universalmente extendida incluso en ambientes no rocieros. Un primer elemento del espectáculo, de carácter directamente religioso.

El resto del largo espectáculo fue un larguísimo desfile de modelos, con el traje típicamente andaluz, el vestido femenino de sevillana y el traje de corto varonil. Superarían probablemente el centenar, los trajes expuestos a la valoración del público, por chicos y chicas con la elegancia y la peculiar manera de caminar de las/los modelos profesionales. El desfile no era sólo de trajes, pues los peinados, zapatos, sarcillos y otros complementos, son partes muy importantes del uniforme andaluz. Hay que destacar también la edad muy diversa de los paseantes de los modelos, pues también había muy jóvenes y hasta niños/as de muy pos años, que cautivaban también al público con sus espontáneos desplantes. Obviamente, la variedad de componentes en un muestrario tan amplio -tipos de telas, trajes de montar y de paseo, colores de toda la gama, cortes variadísimos de los trajes- resultaba casi impensable para el no introducido en este campo de actividad.

Lo que daba más carácter a este desfile de modelos era el coro que lo ambientaba, conjunto de lo más característico de la Hermandad de Emigrantes que lo patrocina. Sin parar, durante la hora larga que consumieron las dos partes del desfile, con la ayuda de guitarras y de percusión, interpretaron una colección extensísima de sevillanas y otros cantes flamencos, todos directamente relacionados con el tema rociero.

Entre las dos partes del desfile, hubo también la exhibición de una solista de baile estrictamente flamenco, con música grabada, interpretando toda la variedad insospechada de contorsiones y revoleras que se contienen dentro del baile flamenco.

Al final del acto, supongo que para estimular la asistencia de todos hasta el último momento, las empresas participantes hacían una rifa, por el número de las entradas de acceso, de sus respectivos productos: un traje de flamenca, un peinado, unos complementos...

Todo este espectáculo se desarrolló en el inmenso salón de actos de la entidad cultural onubense, Casa de Colón, capaz para un millar de asistentes, con el aforo prácticamente lleno. La decoración del escenario insistía en el elemento religioso de la Hermandad, pues tenía dos enormes fotografías de la Virgen del Rocío y un gran cartel con un anagrama de una concha, que caracteriza el estandarte -Simpecado- de esta Hermandad.


 


¿Todo justificado?
La vertiente más discutible de este espectáculo es si todo queda plenamente justificado bajo el patrocinio de una entidad religiosa, una Asociación Pública de Fieles de la Iglesia Católica, según los Estatutos de esta Hermandad. La duda está en si una organización directamente religiosa debe protagonizar actuaciones de este tipo.

Hay mentalidades que se escandalizan enormemente de fenómenos como éste. No consideran compatibles el carácter religioso de una entidad con una actividad estrictamente laica, cercana además al campo más superficial de cualquier actuación humana. Estiman estas mentalidades que no debe bautizarse, ser acreditada y bendecida, una actividad de este tipo. Las fronteras, además, entre una actividad tan mercantil y mundana como es la moda y un acto de una organización religiosa, estiman algunos que deberían estar más separadas, más independientes, sin pretender compatibilizarlas en una misma actividad. Por último, la índole social de una entidad dependiente de la Iglesia no debe confundirse con el aire frívolo, el glamour, que suele revestir un desfile de modas, aunque sea flamenca.

La Hermandad que patrocinaba este acto, sin embargo, no considera improcedente el hacerlo. Solicita el salón a la Autoridad Pública, que, al saberlo para un acto benéfico, lo concede gratuitamente. El maestro modista que presenta los modelos, muy acreditado en Huelva, lo hace muy a gusto, por ser desde hace muchos años miembro hermano de la Hermandad y, además, por ser muy consciente de que, sin rentabilidad económica en este caso, consigue una promoción de mucho más valor. La entrada -5 €, por persona- y el resultado de las ventas del bar en las entradas y en las salidas, son para la Hermandad. El público con gusto aporta el reducido valor de las entradas, por no ser caras y por ser para la Hermandad. Tal como está planteada, con esta actuación y en la práctica, todos salen ganando.

Más discutible y teórica resulta la valoración sobre la conveniencia o no de un ensamblaje de este tipo. Las Hermandades y Cofradías, por ser exclusivamente laicas en sus órganos directivos -sólo llevadas por seglares, en la terminología eclesiástica- son menos escrupulosas en estos campos teóricos y, como consecuencia, menos comprendidas al respecto por los estamentos clericales. La conciliación entre lo religioso y los campos de actividad descarnadamente más laicos y mundanos -como es la moda- forma parte de una discusión teórica muy antigua. La incorporación de las artes plásticas -más concretamente los desnudos- a las obras estrictamente religiosas, fue una discusión ya muy del Renacimiento. Un obispo reciente de Mallorca fue muy criticado por invitar a un gran artista y poco religioso, Barceló, a insertar una obra suya en una capilla de su Catedral. Las cenas benéficas, con participación de personajes encumbrados o de la farándula para ayudar a ONGs o entidades religiosas, no son bien comprendidas por muchos. La encarnación de lo religioso en lo meramente humano siempre conlleva kénosis, abajamiento, y cuesta por ello ser comprendida. Jesús mismo fue criticado en su tiempo de comedor y bebedor, por asistir a bodas y festejos. Pero también, como contraste, ha sido muy usado desde la Iglesia el principio filosóficos, nihil humani a me alienun puto, no rechazo como ajeno nada humano. Un tema eterno de discusión, en el que siempre resultará posible elaborar razonamientos a favor y en contra.


Acto digno
Volviendo a la reflexión de hoy, el desfile de moda flamenca en beneficio de la Hermandad de Emigrantes del Rocío resultó un acto fino, muy digno, al que poco se le puede objetar salvo en lo teórico. Un caso menor, que requiere el mismo nivel de comprensión que todo lo relacionado con la fiesta total que es la Romería del Rocío.
  


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