lunes, 12 de febrero de 2018

CARNAVAL, ¿maduro y consolidado?

Los largos años de estancias en Canarias me dieron la oportunidad de conocer y vivir un Carnaval muy maduro y consolidado. No era una celebración más, una fiesta de unos pocos, sino algo global en lo que –durante los años setenta y ochenta- participaba toda la ciudad. Tanto en Tenerife como en Gran Canaria, en sus capitales y en los pueblos, también en las Islas Menores, prácticamente en todas las localidades del Archipiélago, el Carnaval introducía a toda la población en un ambiente de gran fiesta.

Cuando vivía allí, comparaba la importancia del Carnaval con la que en las ciudades andaluzas tenía ya entonces y siguen teniendo las ferias, una celebraciones que paran de algún modo la vida de las localidades y consiguen que toda la población se entere y que casi todos participen y vayan algún día a los feriales. En Canarias me sorprendía esta paralización de las ciudades por la fiesta del Carnaval y el que en los actos participase, no sólo la gente joven, sino la población de todas las edades. Acostumbrado a la entonces insignificancia del Carnaval en los lugares de la península donde había vivido, recuerdo el impacto que me produjo ver a los alcaldes de las capitales de las dos provincias –por aquellos años, dos señores mayores y muy respetados, Manuel Hermoso y Juan Rodríguez Doreste-, vestidos de máscaras y participando activamente en las murgas y en las cabalgatas. El Carnaval en Canarias era algo distinto, mucho más intenso.

Al volver a vivir en la península, siempre pensé que -salvo en alguna ciudad por excepción, como Cádiz, donde no se había interrumpido ni siquiera durante los años del franquismo- el Carnaval seguía siendo algo poco importante. Los esfuerzos de ciertos Ayuntamientos por introducirlo de nuevo chocaban con la inercia de muchos años, con la indiferencia de casi todos y la participación escasa de sólo niños, disfrazados en las fiestas organizadas en los Colegios y muy ocasionalmente por las calles, más la colaboración de lo que en Canarias se denomina el “chiquillage”, los adolescentes y jóvenes siempre dispuestos para el jolgorio.

Sorpresa, este año
Se me ocurrió este año –el sábado inmediato al Miércoles de Ceniza y a la Cuaresma- asomarme a la Cabalgata del Carnaval organizada en Huelva, y me he llevado una gran sorpresa. La cosa era más importante, más colectiva, de lo que había pensado.

La Cabalgata no era de un minúsculo grupo de entusiastas, sino que ocupaba un larguísimo recorrido, probablemente de más de un kilómetro de largo. Desfilaba tal vez una decena de grandes carrozas, arrastradas por tractores enormes, desde las que niñas y jóvenes tiraban serpentinas y confetis -¿de dónde se sacará tantísimo papel de colorines?- a la población agolpada para ver el cortejo. Pero lo más significativo no eran las carrozas, algo más asequiblemente organizable, sino la numerosísima participación de grupos y comparsas desfilando a pie, en algunos casos con charangas musicales tocando a pleno gas, con todas las personas disfrazadas con atuendos inimaginables por lo variopinto. Entre la población desfilante, no sólo había gente joven, sino personas también mayores, mujeres y hombres, impresionando a todos por la vitalidad insospechada a esas edades de las contorsiones y de los bailes. Tampoco se puede uno imaginar de dónde habría salido tanto disfraz mamarracho, tantos gorros deformes, tanta infinidad de pelucas, tantos complementos inútiles. Además de los disfraces trasformantes –normalmente, de hombre a mujer, o resaltando enormemente las gorduras-, me sorprendió descubrir entre la comitiva a embarazadas de verdad y a alguna madre con su pequeño hijo en brazos. La cabalgata rebosaba participación popular, entusiasmo en todos por el número de participantes y por la facilidad con la que todos se interrelacionaban.

El periódico local -Huelva Información del día siguiente a la Cabalgata (reproduzco la primera página?-, rebosaba también entusiasmo. Los titulares ya lo denunciaban: “La ilusión nunca se congela (aludiendo al gran frío que hacia por la tarde) – Paso importante para que la ciudad viva en la calle las fiestas de febrero – El frío no impide una respuesta masiva a las convocatorias en torno al desfile de ayer”. Había euforia además en la crónica del acontecimiento: “Ganas ayer de fiesta y las familias se echaron a la calle. Los más pequeños, para recuperar viejas costumbres, disfrazados. También padres y adultos. Basta colocarse un complemento de colores llamativos para participar de la fiesta”.

Organización potente, por detrás.
 En la Cabalgata descubrí que, también con disfraces carnavaleros, había hombres mayores, serios e intensos y como trabajando, marchando de atrás adelante y de delante para atrás, claramente organizando la comitiva. Me acerqué a uno de ellos, y le pregunté. Me aclaró que la Cabalgata no era sólo improvisación, que la organizaba la Federación Onubense de Peñas, que contaba con el Visto Bueno y la colaboración del Ayuntamiento de Huelva; que la participación de las personas era espontanea y gratuita, pero que las murgas recibían alguna ayudas.
He comprado después, en una bien aseada página web, que la “Federación Onubense de Peñas y Asociaciones del Carnaval” (FOPAC) informa con detalle que vienen trabajando en el Carnaval desde hace más de treinta años, “sin escatimar esfuerzo, sacrificio, tiempo y en algunas ocasiones aportando económicamente de sus bolsillos”, en palaras de su Presidente, aunque “no siempre recibieron el trato justo a su dedicación y entrega”. La FOPAC es la que organiza el Concurso de Agrupaciones del Carnaval Colombino, en el Gran Teatro de la ciudad, durante una larga quincena y este año con 39 Agrupaciones inscritas: murgas, comparsas, coros, cuartetos y chirigotas. Las Bases para este Concurso tiene 35 páginas, y prevén con mucho detalle todo el acontecimiento. La FOPAC –sólo 7 miembros figuran en su Junta Directiva- es también la organizadora de la Cabalgata que recorrió las calles de la ciudad.


Como posible causa de la participación masiva de este año señalan la invitación gratuita a un plato de garbanzos –una garbanzada- en el lugar de arranque de la Cabalgata, la popularísima Plaza de las Monjas.

Evidentemente, detrás de lo espectacular de este año, existe una estructura organizativa, que este año cuando ha obtenido un éxito considerable.

¿Es bueno el desarrollo del Carnaval?
Desconozco sin en todas las ciudades españolas se estará dando un desarrollo paralelo de las fiestas del Carnaval, Al constatar la madurez obtenida por el Carnaval en Huelva, tras muchos años de esfuerzo de los organizadores, me pregunto si esto será o no bueno para todos, si de ello habrá que alegrarse o entristecerse.

Desde el enfoque trascendente -o incluso religioso- con el que “tras mi vidriera” observo las cosas y los acontecimientos, pienso que no es del todo malo que el Carnaval inunde también la calle. Existen fenómenos que han nacido desde lo religioso que ocasionalmente inundan también la calle –la Semana Santa, la Cabalgata de Reyes, el Corpus Christi, las procesiones de patronos y patronas,…-, y por esto parece que puede resultar incluso bueno que explote también en la calle una manifestación laica, que tiene ya escasísima relación con lo religioso (sólo el hecho -ya remotísimo- de que el Carnaval se situó originariamente en las fechas inmediatamente anteriores a la Cuaresma, para despedirse de la diversión antes de los rigores cuaresmales). Con esto, al menos, se reivindica el derecho a ocupar la calle cuando el pueblo quiere manifestar públicamente sus sentimientos o celebrar colectivamente sus fiestas, con o sin sentido religioso; por ser populares, y no por estar o no relacionadas con lo religioso: si en esto laico puede haber manifestaciones callejeras, también las puede haber con motivaciones populares religiosas.

Es cierto que las “carnestolendas”, las manifestaciones relacionadas con el Carnaval, han sido tradicionalmente mal vistas desde los ambientes eclesiales más severos, por los excesos que pudieron ser incluidos históricamente en estas fiestas. Pero en el mundo plenamente secularizado actual, el vestido provocativo o cualquier otro gesto procaz se puede encontrar en cualquier otro ambiente, y no sólo en el de alguna manera mas justificado del Carnaval.

Bienvenida, pues, la maduración y consolidación del Carnaval, si es que de verdad se está produciendo en otros lugares de España. Lo que no es malo hay que acogerlo, aunque no sea religioso.
  

sábado, 3 de febrero de 2018

Mezcla de religión, moda, tamboriles, cante y baile flamencos





 
La Romería del Rocío ya desconcierta a bastantes personas por la confusión del elemento religioso principal, la devoción honda a la Virgen del Rocío, con otros muchos componentes del ser de Andalucía (trajes de corto y de faraales, cante y baile de sevillanas, paisajes varios y marismeños, gastronomía andaluza con tapas de todo tipo, vinos de la tierra, tipismo único de las viviendas, acogida en el trato, participación en grupos de amigos…., hasta el punto de constituir una fiesta total, con exponentes exuberantes de todos los elementos de los pueblos y las personas que participan en este inigualable fenómeno auténticamente popular.

Aún más desconcierto puede producir un pase de moda con modelos de trajes de corto masculinos y vestidos de sevillana femeninos, organizado por una de las alrededor de 120 Hermandades del Rocío, la de Emigrantes radicada en Huelva. Un espectáculo de más de una hora de duración, que merece una sencilla reflexión.


Mezcla de elementos
Lo que más sorprende en este complejo acto es la mezcla de elementos muy diversos, bien ensamblados para realzar el principal punto de unión de todos ellos, el desfile de la moda andaluza.

Abrió el acto la entrada solemne del grupo de tamboriles de la Hermandad de Emigrantes del Rocío, en el que participa un grupo amplio de personas, tanto de edad ya avanzada como niños que difícilmente sostienen el tamboril en los brazos. Bien conjuntados, además de los sones alegres en el desfile de entrada al salón, ya en el escenario, interpretaron con acierto el Olé, olé, olé, al Rocío yo quiero volver, la Salve rociera más universalmente extendida incluso en ambientes no rocieros. Un primer elemento del espectáculo, de carácter directamente religioso.

El resto del largo espectáculo fue un larguísimo desfile de modelos, con el traje típicamente andaluz, el vestido femenino de sevillana y el traje de corto varonil. Superarían probablemente el centenar, los trajes expuestos a la valoración del público, por chicos y chicas con la elegancia y la peculiar manera de caminar de las/los modelos profesionales. El desfile no era sólo de trajes, pues los peinados, zapatos, sarcillos y otros complementos, son partes muy importantes del uniforme andaluz. Hay que destacar también la edad muy diversa de los paseantes de los modelos, pues también había muy jóvenes y hasta niños/as de muy pos años, que cautivaban también al público con sus espontáneos desplantes. Obviamente, la variedad de componentes en un muestrario tan amplio -tipos de telas, trajes de montar y de paseo, colores de toda la gama, cortes variadísimos de los trajes- resultaba casi impensable para el no introducido en este campo de actividad.

Lo que daba más carácter a este desfile de modelos era el coro que lo ambientaba, conjunto de lo más característico de la Hermandad de Emigrantes que lo patrocina. Sin parar, durante la hora larga que consumieron las dos partes del desfile, con la ayuda de guitarras y de percusión, interpretaron una colección extensísima de sevillanas y otros cantes flamencos, todos directamente relacionados con el tema rociero.

Entre las dos partes del desfile, hubo también la exhibición de una solista de baile estrictamente flamenco, con música grabada, interpretando toda la variedad insospechada de contorsiones y revoleras que se contienen dentro del baile flamenco.

Al final del acto, supongo que para estimular la asistencia de todos hasta el último momento, las empresas participantes hacían una rifa, por el número de las entradas de acceso, de sus respectivos productos: un traje de flamenca, un peinado, unos complementos...

Todo este espectáculo se desarrolló en el inmenso salón de actos de la entidad cultural onubense, Casa de Colón, capaz para un millar de asistentes, con el aforo prácticamente lleno. La decoración del escenario insistía en el elemento religioso de la Hermandad, pues tenía dos enormes fotografías de la Virgen del Rocío y un gran cartel con un anagrama de una concha, que caracteriza el estandarte -Simpecado- de esta Hermandad.


 


¿Todo justificado?
La vertiente más discutible de este espectáculo es si todo queda plenamente justificado bajo el patrocinio de una entidad religiosa, una Asociación Pública de Fieles de la Iglesia Católica, según los Estatutos de esta Hermandad. La duda está en si una organización directamente religiosa debe protagonizar actuaciones de este tipo.

Hay mentalidades que se escandalizan enormemente de fenómenos como éste. No consideran compatibles el carácter religioso de una entidad con una actividad estrictamente laica, cercana además al campo más superficial de cualquier actuación humana. Estiman estas mentalidades que no debe bautizarse, ser acreditada y bendecida, una actividad de este tipo. Las fronteras, además, entre una actividad tan mercantil y mundana como es la moda y un acto de una organización religiosa, estiman algunos que deberían estar más separadas, más independientes, sin pretender compatibilizarlas en una misma actividad. Por último, la índole social de una entidad dependiente de la Iglesia no debe confundirse con el aire frívolo, el glamour, que suele revestir un desfile de modas, aunque sea flamenca.

La Hermandad que patrocinaba este acto, sin embargo, no considera improcedente el hacerlo. Solicita el salón a la Autoridad Pública, que, al saberlo para un acto benéfico, lo concede gratuitamente. El maestro modista que presenta los modelos, muy acreditado en Huelva, lo hace muy a gusto, por ser desde hace muchos años miembro hermano de la Hermandad y, además, por ser muy consciente de que, sin rentabilidad económica en este caso, consigue una promoción de mucho más valor. La entrada -5 €, por persona- y el resultado de las ventas del bar en las entradas y en las salidas, son para la Hermandad. El público con gusto aporta el reducido valor de las entradas, por no ser caras y por ser para la Hermandad. Tal como está planteada, con esta actuación y en la práctica, todos salen ganando.

Más discutible y teórica resulta la valoración sobre la conveniencia o no de un ensamblaje de este tipo. Las Hermandades y Cofradías, por ser exclusivamente laicas en sus órganos directivos -sólo llevadas por seglares, en la terminología eclesiástica- son menos escrupulosas en estos campos teóricos y, como consecuencia, menos comprendidas al respecto por los estamentos clericales. La conciliación entre lo religioso y los campos de actividad descarnadamente más laicos y mundanos -como es la moda- forma parte de una discusión teórica muy antigua. La incorporación de las artes plásticas -más concretamente los desnudos- a las obras estrictamente religiosas, fue una discusión ya muy del Renacimiento. Un obispo reciente de Mallorca fue muy criticado por invitar a un gran artista y poco religioso, Barceló, a insertar una obra suya en una capilla de su Catedral. Las cenas benéficas, con participación de personajes encumbrados o de la farándula para ayudar a ONGs o entidades religiosas, no son bien comprendidas por muchos. La encarnación de lo religioso en lo meramente humano siempre conlleva kénosis, abajamiento, y cuesta por ello ser comprendida. Jesús mismo fue criticado en su tiempo de comedor y bebedor, por asistir a bodas y festejos. Pero también, como contraste, ha sido muy usado desde la Iglesia el principio filosóficos, nihil humani a me alienun puto, no rechazo como ajeno nada humano. Un tema eterno de discusión, en el que siempre resultará posible elaborar razonamientos a favor y en contra.


Acto digno
Volviendo a la reflexión de hoy, el desfile de moda flamenca en beneficio de la Hermandad de Emigrantes del Rocío resultó un acto fino, muy digno, al que poco se le puede objetar salvo en lo teórico. Un caso menor, que requiere el mismo nivel de comprensión que todo lo relacionado con la fiesta total que es la Romería del Rocío.