domingo, 26 de marzo de 2017

¿Qué queda de la Cuaresma?



En un estudio sociológico de lo que queda de la Cuaresma saldrían las prácticas que actualmente se mantienen en las Parroquias e Iglesias, en los Centros de Espiritualidad, en las organizaciones relacionadas con lo religioso y en las diversas vidas privadas de todas las personas para las que la Cuaresma significa algo.

Por lo pronto, es claro que ya la Cuaresma no reviste las características que en otro tiempo tuvo en el seno de la Iglesia e incluso de toda la sociedad. La religiosidad ha cambiado mucho en los últimos tiempos

Los Carnavales, que rigurosamente finalizaban con el entierro de la sardina en la víspera del miércoles de ceniza, han roto ya las fronteras de la Cuaresma tanto por delante como por detrás de la Cuaresma, definiéndose como fiesta pagana y sin apenas connotaciones con lo religioso. Guardan estas fiestas tan sólo una cierta liberalizada relación con el calendario cuaresmal, en recuerdo del exceso que en otras épocas se permitían antes de entrar en las austeridades cuaresmales.

El tono generalizado que antes pudo tener la Cuaresma -tiempo de ayunos y penitencias- ya ha quedado del todo amortiguado, pues los ayunos y abstinencias que oficialmente mantiene la Iglesia son muy mínimos, sin que supongan una penitencia real para los muy reducidos observadores de estas prácticas y casi sólo como un mero recordatorio del tiempo cuaresmal. El cubrimiento de crespones morados de los altares, que en otros tiempos diferenciaban mucho a los templos durante la Cuaresma, han sido ya suprimidos por la Iglesia por el escasísimo sentido simbólico que hoy podrían tener para los fieles.

¿Qué queda, entonces, de la Cuaresma? ¿Ha perdido del todo su significado para los creyentes? Del todo no lo ha perdido, pues se mantiene el ser un tiempo de preparación para la muerte y resurrección de Jesús, para la Pascua, con todo la intensidad personal que pueda cada creyente y cada comunidad poner en el seguimiento de la oración oficial de la Iglesia -liturgia eucarística y oficio oracional-, que sí están del todo diferenciados -con tintes trasnochados, muchas veces- durante todo el tiempo cuaresmal.

Conserva todavía la Cuaresma el ser un tiempo de más oración, en el que la oración personal, la lectura de la Biblia o de literatura religiosa, se incrementan generalmente para los creyentes practicantes. Aumenta también mucho la celebración personal y comunitaria de retiros, experiencias comunitarias de oración de todo tipo (con niveles diversos de imaginación y creatividad) y, sobre todo, de Ejercicios Espirituales, breves y más prolongados, como exponentes de la mayor búsqueda de Dios que tanto las comunidades como las personas pretenden con sinceridad en este tiempo. Las casas y el personal religioso, por este motivo, tienen en la Cuaresma su tiempo de mayor actividad, su "agosto".

La más importante repercusión de la Cuaresma, conn todo, está en la mayor participación en la liturgia de la Iglesia, con más predicación en las Eucaristías y con más practica del sacramento de la reconciliación. El incremento importante de la práctica sacramental se mantiene como la más honda repercusión de la Cuaresma en la vida de los creyentes. Particular mención merece a este respecto la creciente celebración de los cultos de la Semana Santa, generalizados para todos los públicos en las Parroquias y en todas las Iglesias y con características diversas de intensidad en las Pascuas que se organizan para jóvenes y para otros públicos, en casas de retiro o en otras instalaciones eclesiales e incluso en actividades itinerantes.

Queda por último lo que para importantes sectores es la mayor expresión de la Cuaresma, la participación en los diversos cultos -triduos, quinarios, novenas- y en las estaciones de penitencia -Via Crucis y Procesiones de la Semana Santa-, organizados por las Hermandades y Cofradías. La intensidad religiosa de estas muy numerosas participaciones está en relación con la personal maduración en la fe de cada uno de los participantes, pero la organización de todos estas actividades a cargo de los cofrades y la invasión de la calle que estos días se produce desbordan el carácter meramente religioso y se convierten también en fenómenos sociales y estéticos el que muchos mas participan. La intensidad de la Semana Santa popular no decae y mantiene una vitalidad hasta creciente.

De las fiestas, cada uno habla según su propia experiencia. La Cuaresma y la Semana Santa no son en esto una excepción. La valoración que se les concede depende de la implicación y de los criterios personales que se les aplican. El consenso valorativo no es unánime. La Cuaresma y la Semana Santa son tiempos importantes, aunque cada cual se relaciona con ellas de forma diferente.

viernes, 17 de marzo de 2017

Mística del correr, metáfora de la mística espiritual



Después de su carrera matinal de 13 kilómetros en la Casa de Campo de Madrid, al entrar en su despacho, el Secretario de Estado de Cultura, José Mª Lasalle, describe su estado de ánimo: "Ver amanecer es una experiencia estética e íntima. En medio del silencio, me escuchaba a mi mismo: oía mis pulsaciones, notaba la progresión del sudor, sentía que mi cuerpo y mi mente sintonizaban plenamente. Hay algo místico en esas emociones".

Algo místico. El escritor y filósofo Francesc Torralba describe de forma parecida las sensaciones que le produce su carrera diaria: "Correr es refrescante, te libera del estrés y de las emociones tóxicas y te reconcilia con la naturaleza. Es un laboratorio personal en el que fluyen ideas y pensamientos. Le encuentro un vínculo espiritual en la medida que permite la meditación y la oración".

domingo, 5 de marzo de 2017

Semana Santa, ¡otra vez enfrentamientos y discusiones!

 

En primera pagina, el diario "Huelva Información" del 3 marzo proclama: PROTESTA CONTRA EL PÁRROCO DE MOGUER. Unas 800 personas reclaman al Obispado que traslade al sacerdote". Un nuevo caso de enfrentamientos por las Cofradías. El Párroco -en este caso, un sacerdote muy digno- no ha hecho más que cumplir las normas del Obispado, parece que sobre las obras en una capilla existente en la demarcación de la Parroquia que la Hermandad consideraba como de su propiedad exclusiva, sin tener en cuenta lo que el Obispado había mandado. ¡Un caso más, en el que surgen los enfrentamientos intra-eclesiales en el ámbito de las Cofradías!.

El Cardenal Amigo Vallejo, en el marco lujoso del "Foro Nueva Economía" del Hotel Ritz de Madrid, con la sala completamente abarrotada, se ha atrevido a tener una conferencia sobre "Valores de la Semana Santa hoy", con referencias tanto al conocimiento directo de su pueblo natal Medina de Rioseco (Valladolid)como a sus recuerdos de los muchos años vividos como Arzobispo de Sevilla. Según la crónica de Ecclesia, planteó una afirmación programática: "En todas las Semanas Santas del mundo son inseparables la fe, la cultura, la familia y el pueblo". Don Carlos además se refirió a un hecho evidente: "El pueblo vive y expresa conforme a su forma de ser. El libreto es siempre el mismo, el Evangelio; pero la música, la cultura, la pone cada pueblo". Volcando su propia experiencia, añadió: "El mismo libreto se canta por sevillanas o por jota castellana", y, aludiendo a su Medina de Rioseco (apenas 5.000 habitantes, 16 cofradías, 3.000 cofrades), decía con orgullo: "En mi pueblo se canta, sobre todo, en silencio".

Cada Semana Santa es diferente y, dentro incluso de la misma población, cada Cofradía es muy diversa, unas más devotas y otras más bullangueras, unas más silenciosas y otras más explosivas, cada una con su cultura y sus costumbres, diferenciándose incluso en los distintos momentos por los que en la misma ciudad pasa la procesión.

El actual Arzobispo de Sevilla, don Juan José Asenjo, ha concedido también estos días una entrevista al ABC de Andalucía para hablar sobre todo de la Semana Santa. Aunque el entrevistador intentaba sacarle algo contra la Semana Santa, don Juan José respondía con gran habilidad, resaltando que si Sevilla -y en general, Andalucía- tiene un ambiente menos descristianizado que otras regiones españolas, se debe fundamentalmente a la Semana Santa y a las restantes manifestaciones de la religiosidad popular. Destacaba también que las Hermandades han desarrollado mucho la dimensión social, con ayudas importantes a las personas y las instituciones más necesitadas. No dejaba de señalar que el culto -el aspecto más desarrollado por las Hermandades- no lo es todo en la aplicación actual del Evangelio y que, además de las Hermandades y Cofradías, existen otras actividades muy significativas e importantes en la vida actual de la Iglesia.

La discusión y hasta el enfrentamiento en torno a la Semana Santa, se repiten periódicamente. La celebración popular de la Semana Santa ofrece aspectos esplendorosos y ángulos menos edificantes, lo bueno y lo malo muy mezclados, con lo cual tanto los entusiastas como los no simpatizantes tienen argumentos sobrados para seguir discutiendo.

La actitud oficial de la Iglesia no ha sido siempre entusiasta. Hay sacerdotes que la viven muy positiva e intensamente, pero son numerosos también los que a lo más la respetan pero no experimentan entusiasmo alguno por ella. La leyenda -no sé si cierta- se refiere a los sacerdotes que, al hacer obras en sus Iglesias, ponían escalones y otras trabas para que no puedan pasar "pasos" (ámbito sevillano) o "tronos" (ámbito malagueño) por las puertas. La distancia entre las vivencias fuertes que brotan de las imágenes y la religiosidad más intensa, interiorista y con mayor proyección social, es muy abultada y provoca distanciamientos también en la interpretación del fenómeno externo de la Semana Santa.

Ya se acercan las fechas, las que los "capillitas" van contando todo el año arrancando desde el mismo Domingo de Resurrección, y el fervor cofrade sube su marea. Es muy difícil dar hondura espiritual a los "cultos" -así los llaman- y las celebraciones externas. Pero la intensa catequesis popular sobre los misterios de la Pasión está asegurada donde se celebra con intensidad la Semana Santa, aunque sin llegar seguramente en todos a la celebración máxima de la Resurrección. Es mucho lo positivo que siempre se puede decir sobre las celebraciones de la Semana Santa, aunque también hay ausencias y aspectos negativos que también se puedan siempre resaltar. Siempre se puede alabar la Semana Santa y siempre se pueden destacar sus defectos. Sin llegar a paroxismos como el de Moguer, la discusión siempre está servida.