martes, 25 de junio de 2013

DEMOCRACIA DIRECTA, ¿posible? ¿conveniente? ¿necesaria??

         Los movimientos masivos en la calle son un fenómeno popular reciente, que despierta grandes interrogantes.
        Túnez, Egipto y Libia, con "final feliz" por el derrocamiento del régimen político anterior. Los "descontentos" o "insatisfechos" españoles del 15 M, fuertes en el comienzo y radicalizados al final hasta llegar a la desintegración. Estados Unidos, Rusia y, últimamente, Turquía y Brasil... Son movimientos populares masivos, que se asientan en un enclave urbano simbólico, con carencia generalizada de estructuras de gobierno y hasta de líderes representativos, que saben con más claridad lo que no quieren -los motivos de la protesta- que las fórmulas concretas para llegar a posibles soluciones. Son intentos de democracia directa, sin estructuras políticas organizadoras, en los que dominan más los gritos y pancartas de carácter utópico que la organización dirigida a unos claros objetivos políticos o económicos.
         La opinión pública se ha dividido mucho ante estos fenómenos. Los que apoyan convencidos en los comienzos los motivos de las protestas se han visto en ocasiones posteriormente desconcertados, porque el movimiento no llega a nada o se radicaliza hasta extremos indefendibles. La participación en estas movidas no es todo chusma desalmada, pues dominan también frecuentemente en ellas la representación de personas con estudios y con convicciones muy serias.
         De las recientes y fuertes manifestaciones en Brasil, he visto dos características casi contradictorias. El cántico pegadizo inicial "Ven, ven a la calle, ven... contra el aumento, ven", que unía contra el aumento de precios, la corrupción, la falta de trasparencia de los gastos públicos, los excesos de inversiones del Mundial de fútbol, los atropellos de los derechos de los homosexuales o el reclama contra el transporte, fue sin saber cómo sustituido por otro cántico igual de pegadizo pero diferente y con el que no sintonizaba ya mucha gente, "¡Ven, ven a la calle, ven... contra el Gobierno, ven". El casi contradictorio síntoma ha sido una queja de muchos porque "la derecha se quiere apropiar de esta movimiento", sobre todo por parte de los nacionalistas extremos (EL PAÍS, 22 Junio 2013, página 4).
          La indefinición, la disparidad de opiniones, el desconcierto ante estos fenómenos es bastante generalizado. Los entusiastas de estas corrientes parecen haber olvidado que la democracia directa, totalmente popular y sin estructuras organizativas, muy difícilmente resulta posible; que es verdad que la auténtica democracia no es suceptible de recibir adjetivos calificativos -los intentos de "democracia orgánica" fueron del todo infecundos y dejaron muy mal recuerdo en España-, pero que también es verdad que la democracia de total representación popular resulta imposible, que la desautorización de la la autoridad sin urnas resultará siempre problemática. Al considerar la organización mínima imprescindible, inevitablemente con defectos, el famoso dicho de Churchil sigue vigente. "La democracia es el menos malo de los sistemas políticos".
          El tema sigue encima de la mesa. Es difícil llegar a condenas o aprobaciones totales. Por supuesto, no todas las situaciones son iguales Será también necesario que el tiempo decante una valoración más estable y más universalizada sobre estas tan diferentes manifestaciones masivas. Mientras tanto, habrá que afinar el discernimiento en cada una de las ocasiones, sin llegar alegremente a a valoraciones definitivas.

sábado, 22 de junio de 2013

Siete días: INTERPELACIÓN PERSONAL

En la relación entre persona y persona, interesa mucho conocer quién es realidad el otro, quien es la persona con la que estoy hablando o con la que estoy manteniendo contacto.
No es fácil llegar a conocer al otro. Los pliegues de la personalidad son muy enrevesados, y resulta difícil llegar a conocer todos los rincones que guardan los secretos del carácter de los demás. Más difícil aún es lograr intuir si el otro tiene clara conciencia de quién es uno, si el otro conoce bien  las características de la persona con la que está hablando.
En el centro de los Evangelios sinópticos, en el cruce entre la larga estancia de Jesús en Galilea y el inicio del camino que después emprende hacia Jerusalén, se encuentra la escena leída este domingo en las Iglesias, en la que Jesús pregunta abiertamente a los discípulos: “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.  Es la inquietud por conocer si el que se mantiene en contacto con uno, sabe a qué atenerse sobre la persona con la que está hablando.
El equilibrio en la relación se mantiene si los dos comunicantes tienen claro conocimiento de la verdadera identidad del otro, si saben a qué atenerse en el contacto con el interlocutor. No se trata de conocimientos teóricos o de referencias superficiales sobre el lugar de nacimiento, la altura y el peso, o las preferencias extrínsecas sobre gustos, colores o formas de descanso. Sobre todo importa el conocimiento más profundo del otro: cómo es, cómo reacciona ante las dificultades, cuáles son sus objetivos en la orientación de la vida o en el caminar de cada día.
La recta vivencia religiosa no se conforma con la realización de determinadas prácticas o la guarda de concretas prescripciones morales. Para el cristiano, la vida religiosa consiste en conocer a la persona de Jesús y en seguir los ejemplos de su vida terrena. Es más el seguimiento de una persona que el cumplimiento de unas normas. San Ignacio pedía conocimiento interno de Jesucristo, para, sobre la base de este conocimiento, orientar la propia vida para amarlo y seguirlo mejor.
El trato entre diversas personas, la clarificación de la relación humana, exige esta interpelación personal. La pregunta directa sobre lo que uno piensa del otro, para, sobre esta base del conocimiento mutuo, poder avanzar en lo que culmina la relación humana, el amor y la voluntad de seguir las huellas vitales que marcan el sendero por el que el otro camina. La interpelación personal posibilita que la relación se establezca sobre bases sólidas y pueda avanzar y llegar a metas comunes.

Estas normas de convivencia clarifican y dan proyección de futuro tanto a la  relación humana como a la organización interna de la vivencia religiosa. –sin conocimiento y aceptación de la persona de Jesús no hay vida cristiana auténtica.

jueves, 13 de junio de 2013

¿QUÉ ESTÁ PASANDO EN SIRIA?

          Orientarse sobre lo que está pasando en Siria no resulta nada fácil.En un reciente artículo de portada del Time he leído que la guerra mediática que se está produciendo al informar sobre Siria es tan importante como la guerra armada que allí está teniendo lugar. 
          En un lejano mensaje navideño del Patriarca responsable de la Iglesia católica de aquel país, ya me llamó mucho la atención que no se descargaba toda la responsabilidad en el Presidente político Assad, sino que se pedía hacer esfuerzos por las dos partes para llegar a un acuerdo de paz, que desplazase la guerra armada. 
          Ahora he visto un nuevo comunicado del Patriarca de la Iglesia Católica Siria, Ignacio José III Jounan, en el que me sorprende la afirmación de que es "una mentira y una hipocresía" el hacer creer que de lo que se trata ahora en Siria es de la "promoción de la democracia o del pluralismo". Según este autorizado testimonio lo que allí hay es "una violencia tal que sólo conduce al caos y a la guerra civil". 
           Este planteamiento descarta el que allí hay la lucha entre un dictador y unos rebeldes bienintencionados, como se nos está transmitiendo normalmente en Occidente. El Patriarca deja claro que la Iglesia católica no está "de parte" del Presidente Asad, pues reconoce que éste "debe hacer reformas, verdaderas reformas, tanto en el campo de la política como en el de las libertades civiles; pero deja igualmente claro que en "la marginación del régimen no está la solución", pues el recambio vendría de "grupos fundamentalistas". La opinión del Patriarca católico no está, por tanto, a favor sin más de los que están ahora luchando contra el Presidente Assad. 
          En otro medio he visto también la denuncia del Patriarca católico de que los rebeldes tiene presos a dos sacerdotes católicos, y que a esta información no se le da al tratamiento informativo que tendría si los presos fueran periodistas.
          Orientarse sobre lo que está pasando en Siria no resulta, por tanto, nada fácil. Me sorprende mucho que casi toda la información que nos está llegando de esta "guerra" está dada desde los rebeldes y casi ninguna desde fuentes directamente sirias. Sospecho que mucho tiene que ver en esto el hecho de que las grandes agencias informativas están en manos de los judíos y que la cercanía de Israel al conflicto resulta realmente determinante.
          No resulta todavía posible hacerse una idea meridianamente clara al respecto. Pero sí conviene destacar que el tema no está nada claro y que cualquier solución totalizante resulta por ahora simplista. 
          

viernes, 7 de junio de 2013

Séptimo día: COMPASIÓN

         Un sentimiento ambivalente es la compasión. Puede ejercerse desde la superioridad, con cierta altanería, casi despreciando al objeto de compasión; pero, de esta forma, el sentimiento no merece el nombre de compasión, sería más bien un acto más cercano a la soberbia, al sentirse por encima del otro, al horror en todo caso por lo desagradable que se encuentra en la persona que sufre una desgracia.
         Más allá de esta posible ambivalencia, la compasión es un sentimiento noble, que dignifica mucho al que la experimenta. Compasión es sentirse afectado por el sufrimiento o la desgracia de otra persona. Cuando alguien pasa por una situación difícil resulta enormemente gratificante experimentar que otra persona se interesa, se afecta, se preocupa por buscar soluciones, hace lo posible por ayudar al que lo está pasando mal. Com-pasión hay cuando alguien hace com-pañía a la pasión por la que otro está pasando; es una comunión con el sufrimiento ajeno, una participación y un acompañamiento con el que pasa por una situación mala, un intento de solucionar los males de los demás. Todo esto va implícito en la palabra compasión. 
          El Evangelio de este domingo dice que Jesús experimenta compasión por el hijo recién muerto que le sacaban a enterrar a una viuda de Naím (con menos exactitud, algunos usan aquí la palabra "lástima"). En otra lectura de este mismo domingo, el profeta Elías siente también compasión por hijo de otra viuda veterotestamentaria que se echa a morir. La ayuda milagrosa que se produce es una consecuencia de la compasión experimentada, más que una demostración de poder taumatúrgico.
          En tiempos de problemas, la compasión es aún más necesaria. Ante la actual crisis económica, las posturas son muy diversas, desde las protestas más airadas hasta las defensas más insospechadas. Hay quien encuentra, en las situaciones deplorables, motivos para la queja y para la descalificación de los que se consideran culpables de la situación. Hay también quien la compara con situaciones anteriores y saca conclusiones excusatorias sobre el origen de las desgracias. No es infrecuente que la desgracia se convierta en proyectil contra los otros, contra los que valoran la situación de forma diferente.
          Por supuesto que el análisis resulta necesario, que el discernimiento de las causas es oportuno para la búsqueda de las mejores soluciones. No se trata de repartir "sopa boba", como un remedio que no ataque las causas profundas de los males. Pero la compasión ante el problema humano siempre será el humus indispensable para cualquier intento de solución que se pueda acometer. La compasión es el momento anterior a la solidaridad y, también, el dinamismo que debe impulsar todos los intentos de solución a los problemas que hacen sufrir a las personas que nos rodean. El ejemplo de compasión de este domingo debe ser recogido, en estos momentos en los que tantos sufren como consecuencia de los crisis que abruman a la sociedad actual. 

domingo, 2 de junio de 2013

Séptimo día: Caritas

           La fiesta del Corpus Christi, la Iglesia Católica celebra también el día de Caritas.

         Caritas es una institución peculiar de la Iglesia. Sabemos que es el brazo caritativo de la Iglesia, pero su apariencia externa es la de una organización secular. Es cierto que va muy unida a la Diócesis y a las Parroquias, pero su apariencia externa no está bañada de clericalismo. Los que dan la cara por ella son hombres y mujeres seglares, sus mismas dependencias están diferenciadas de las eclesiales y su organización interna muestra tener una cierta autonomía de la eclesial. Caritas es de la Iglesia, pero su imagen externa reviste caracteres propios y mantiene la independencia necesaria para un funcionamiento autónomo. 
          Es generalizado el aprecio a la institución de Caritas. Su imagen es buena, tanto fuera como dentro de la Iglesia. No entra en el recuerdo colectivo ningún escándalo, ni de la institución ni de las personas que actúan en nombre de ella. Ofrecen la imagen de seriedad, de hacer llegar sus recursos de verdad a los más necesitados, de no quedarse en las apariencias ni en los signos externos de poderío. Su misma publicidad -como la exposición ahora abierta en los cartelones de la calle Larios- es moderada, nada triunfalista, con uso incluso algo pobretón de los recursos publicitarios.
          Todo en Caritas va dirigido al cumplimiento de sus fines, a la ayuda a los más necesitados. Y esto lo hacen dando el pez y facilitando la caña de pescar; no negando el pan al que está necesitado de comer, pero atendiendo también a la necesidad estructural, al estudio y a las ayudas que inciden en las causas originales de la pobreza. Los estudios más serios que se han hecho en España sobre la pobreza y sobre sus causas han estado siempre propiciados por Caritas.
         Cumple sus objetivos, porque se ejercita sin más en el ejercicio de la caridad, sin suntuosidad institucional y sin connotaciones paralelas distractivas. El Papa teólogo, Benedicto XVI, en su encíclica primera y más representativa dejó muy claro que "Dios es caridad". Caritas se dedica a hacer visible y ejercer en la sociedad actual lo que es la principal característica del Dios cristiano. Con razón el día se Caritas se celebra en la fiesta del Corpus Christi, en la que  hacemos el recuerdo de la Eucaristía como memorial principal del amor de Jesucristo hacia la humanidad. 
          Para obviar posibles suspicacias, debo decir que no mantengo relación directa con ninguna institución de Caritas, ni conozco personalmente a los representantes personales de la institución. Las expresiones que aquí vuelco no se deben personas conocidas y sólo se refieren al conocimiento que me debe la relación generalizada con la sociedad.