viernes, 20 de abril de 2012

"PRESUPUESTO", HOY MUY NECESARIO

           Pensar mal de los otros es una costumbre, un hábito, incrementado tal vez en los momentos más críticos. Cuando se siente uno acosado por otras personas, por las apreturas económicas, por las circunstancias políticas, por la presión familiar, una descarga frecuente es el pensar mal de aquellos de donde se sospecha que viene viene la amenaza. 
          Por desgracia, los ejemplos son frecuentes y no difíciles de recabar. Del Rey, se ha pensado en estos días pasados todo lo peor, sin dejar apenas resquicio para una respuesta honorable por su parte. Cualquier medida dura que adopta el Gobierno para buscar fondos y poder hacer frente a la crisis, es atacada rápida e inmisericordiamente por la Oposición, desde una falta de comprensión realmente apabullante. En Andalucía, los intentos por formar nuevo Gobierno -como contrapunto a un Gobierno de la nación, que sin esto resultaría tal vez peligrosamente omnímodo- son tachados como "pinza", antes incluso de de que se hayan cerrado los acuerdos. La postura intransigente, pensando radicalmente mal de los otros,  es la más frecuente -y la más dañina-, en el actual contexto.
            Resulta casi iluso, en las presentes circunstancias, un Presupuesto ignaciano que figura al comienzo de su libro de los Ejercicios, como una ayuda decididamente favorable tanto al que da los Ejercicios Espirituales como al que los recibe. El Presupuesto recomienda directamente ser más pronto a salvar la proposición del prójimo que a condenarla; esto es, pensar bien sobre lo que dice o propone el otro, antes que incomprender y condenar lo que los demás afirman o ejecutan. Cuando la opinión o la conducta ajena resulta difícil de comprender, aún recomienda San Ignacio un camino de aproximación: si no la puede salvar (la opinión o la conducta del otro), inquiera cómo la entiende, esto es, averigüe cómo y porqué adopta el otro esta postura, antes de fulminar una condena tajante de la actitud ajena.
           Este Presupuesto puede parecer ingenuo y hasta iluso, en medio de las luchas sociales y políticas que nos circundan, para los profesionales del mal pensamiento. En los contextos más cercanos y familiares, también será despreciado los convencidos del piensa mal y acertarás. Pero me resulta útil y provechoso, en este momento, resaltar su oportunidad y plantear que, actualmente, resulta necesario.   

viernes, 13 de abril de 2012

MASONES E IGLESIA, REACCIONES A UNA CONFERENCIA

          Relaciones entre la Iglesia católica y la masonería ha sido el título de la conferencia impartida  ayer por José A. Ferrer Benimelli, dentro del ciclo del presente año en el Aula P. Arrupe de Málaga. Me ha sorprendido mucho tanto el contenido de la conferencia como las reacciones manifestadas por buena parte del público.
          El conferenciante -jesuita y catedrático de la Universidad de Zaragoza- confesó llevar ya cincuenta años dedicado al estudio de la masonería y demostró tener un conocimiento realmente apabullante, casi exhaustivo, del tema. Ha publicado decenas de libros sobre la masonería, ha dirigido más de diez congresos internacionales sobre este específico tema y es una autoridad mundialmente reconocida sobre la materia. Resulta imposible resumir todo el contenido de su conferencia, dedicada a exponer la historia, el desarrollo y las relaciones con la Iglesia católica que ha tenido en la historia la masonería. Ya en el coloquio, precisó que no se puede hablar de la masonería, porque sólo en España hay dieciséis modalidades diferentes de masonería, y las enumeró una a una sin apenas esfuerzo. Detalló también el cambio que se ha producido en la última edición del Código de Derecho Canónico de la Iglesia católica, que ha suprimido la directa excomunión de los que se adhieran a la masonería, dejando sólo una genérica condena de los que luchen contra la Iglesia sin mención expresa de ningún grupo. El tono general de la conferencia no fue de condena encarnizada de la masonería, sino de exposición de hechos, mirando más bien con simpatía este tan peculiar grupo social.
          La reacción del público ante el contenido de la conferencia fue tal vez lo más sorprendente del acto. Por lo pronto, al iniciarse el diálogo, en contra de lo que es normal en este tipo de actos, casi nadie se fue  de la sala, demostrando un interés general atípico por el tema expuesto. Hubo algunas preguntas más circunstanciales, preguntando matices o detalles. Pero hubo también un par de exposiciones abiertamente contrarias a lo expuesto, con manifestaciones de malestar porque las condenas de la masonería no hubiesen sido más explícitas. Un catedrático de la Universidad de Málaga intentó la "contra-conferencia", con documentación condenatoria de la masonería preparada y traída de antemano, culpando al conferenciante de haber ocultado opiniones oficiales también actuales contrarias a la masonería (el principal testimonio en contra, sin embargo, ya había sido mencionado por el conferenciante) y exponiendo sus actitudes abiertamente enfrentadas con la masonería. El silencio general era expectante, cuando, pasada hora y media del comienzo, ya hubo que cerrar el acto. A la salida, uno comentaba: "No me ha gustado la conferencia, porque no he oído las condenas que yo esperaba escuchar".
          El acto demostró que el tema de la masonería sigue interesando, incluso de forma apasionada y todavía parcial. Los muchos años que en España se han vertido desde arriba condenas furibundas contra las conspiraciones masónicas, contra los comportamientos -reales o supuestos- de los masones,  siguen aún pesando en la opinión pública. No resulta todavía posible un acercamiento tranquilo al estado de la cuestión, a los datos del problema. Resulta lamentable que este tema -¡uno más!- divida aún a los españoles.

           

domingo, 1 de abril de 2012

ECLIPSE DE LO RELIGIOSO

           En un viaje, he podido ver el fascículo/revista On Madrid, que el diario El País distribuyó el sábado anterior a la Semana Santa a su lectores madrileños. En él me ha sorprendido un pequeño reportaje, Siete días, Siete Planes para toda la Familia, en el que se ofrece  una alternativa de entretenimiento para cada uno de los días de la Semana Santa: El Lunes, la leyenda del Magaterio, en el Museo Natural de Ciencias Naturales; el Martes, decoramos “cupcakes”, en el Taller de las Tartas; el Miércoles, Misterios en el papiro, en la Biblioteca Nacional; el Jueves Santo, “Paintball” sin bolazos, en “Action Live” de Miraflores de la Sierra; el Viernes Santo, En bici por Madrid Río; el Sábado, Yo improviso, en el Pequeño Teatro Gran Vía; el Domingo de Resurrección, Un huerto en mi balcón, en el Parque Juan Carlos I.
          Entre tan exótica propuesta de actividades, no hay ninguna de índole religiosa. Ni directamente religiosa, que también podría hacerse; ni tan siquiera cultural-religiosa, por ejemplo, visitando estos días “santos” alguna Iglesia-monumento o contemplando las maravillas de tema religiosa del Museo del Prado. Lo religioso se ha eclipsado del todo, no existe. Hay, por el contrario, una intención manifiesta de ocultar cualquier referencia a lo religioso en las propuestas que se hagan para las vacaciones coincidentes con celebraciones religiosas. Igualmente, recuerdo los auténticos y casi divertidos  esfuerzos realizados en un número extraordinario de Navidad, también El País, por no sacar ningún motivo religioso en las numerosas páginas dedicadas a los temas navideños .
          Es bien cierto que los valores religiosos, ni se han de de imponer a nadie, ni se deben poner exclusivamente en estas manifestaciones públicas, en contextos no directamente religiosos. Pero tampoco tiene sentido el ocultar y aun disimular las prácticas o los motivos religiosos, como si se tratase de vicios nefandos o de temas vergonzantes. También en estos días, he visto en la prensa un anuncio de viajes, presentando la Semana Santa como “un verano en miniatura”.
         El péndulo bien puede recobrar el equilibrio, después de los esfuerzos denodadamente laicistas de estos últimos tiempos. Ni imponer, ni escamotear. Un mejor equilibrio, sería recomendable.